El siglo XX mexicano se ha visto marcado por la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ocupa el poder de forma ininterrumpida entre 1930 y el 2000. En palabras de Mario Vargas Llosa, el sistema mexicano se convierte en una “dictadura perfecta” caracterizada por “la permanencia; no de un hombre, pero sí de un partido que es inamovible”. El PRI, partido pragmático y sin ideología definida, implanta una política nacionalista y autoritaria que asume un discruso revolucionario. La estabilidad política y crecimiento económico que vive el México de mediados de siglo encuentra su punto de inflexión en torno a 1970: acontecimientos como los Juegos Olímpicos celebrados en Ciudad de México en 1968 o el Mundial de fútbol de 1970 se ven empañados por la deslegitimación del régimen priista a raíz de la matanza de Tlatelolco.
A partir de la década de 1970, México se enfrenta a una serie de crisis económicas que pusieron en jaque su modelo de desarrollo. La devaluación del peso y el colapso de los precios del petróleo en 1982 sumieron al país en una de sus peores crisis, llevando a la implementación de políticas neoliberales que transformaron su economía. En este periodo, el PRI se enfrenta a una grave crisis de legitimidad durante los gobiernos de Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas (1988-1994). La respuesta neoliberal a la crisis económica de 1982, la ineficiencia del gobierno ante el terremoto de 1985, los casos de corrupción o el aumento de las redes de narcotráfico ponen en fin a una etapa de más de 70 años de hegemonía priista con la elección en el 2000 de Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), como presidente de de los Estados Unidos Mexicanos.
La relación entre México y España ha sido siempre estrecha, caracterizada por una profunda influencia mutua en los ámbitos cultural, económico y político. Tras la Guerra Civil Española, México acoge a más de 20.000 exiliados republicanos, entre los cuales destacaron cineastas, poetas, pintores y músicos, como León Felipe, Luis Buñuel o María Zambrano. No es hasta 1977 cuando se restablecen las relaciones diplomáticas entre ambos países. Desde entonces, las relaciones políticas y económicas se han fortalecido, alcanzando su punto álgido durante la presidencia de Carlos Salinas (1988-1994). Es durante este periodo cuando se firma el Tratado General de Cooperación y Amistad entre España y México (1990) y cuando la colaboración entre Carlos Salinas y el presidente español Felipe González facilita la celebración de la I Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en 1991.
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