Hasta mediados del siglo XX, Argentina se posiciona como una de las economías más prósperas del mundo. Sin embargo, a partir de 1930, el país inicia un periodo de inestabilidad marcado por una sucesión de golpes de Estado. En 1976, el golpe de Estado liderado por Jorge Rafael Videla logra instaurar una dictadura cívico-militar, dando inicio al denominado Proceso de Reorganización Nacional. La derrota de Argentina en la Guerra de Malvinas en 1982 debilita al gobierno militar y facilita el retorno a la democracia. Tras las elecciones presidenciales de 1983, la victoria de Raúl Alfonsín marca el comienzo de la transición democrática.
Con el restablecimiento de la democracia España busca respaldar el proceso de transición hacia la democracia en Argentina. Las buenas relaciones entre el presidente Felipe González y los presidentes argentinos Raúl Alfonsín o Carlos Menem favorece el establecimiento de múltiples acuerdos bilaterales como el Tratado de Amistad y Cooperación (1988) o el Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (1992). Gracias a ellos, hoy en día las relaciones entre España y Argentina son sólidas y estrechas. Actualmente, Argentina alberga la mayor comunidad de españoles en el extranjero, con un total de 482.176 residentes. A nivel económico, España es el segundo mayor inversor en Argentina, solo por detrás de Estados Unidos, mientras que Argentina ocupa el segundo lugar entre los principales inversores latinoamericanos en España.
Más allá de lo económico y lo político, los flujos migratorios entre ambos países han tejido un puente humano desde finales del siglo XIX, dando lugar a una fusión cultural que deja una huella profunda en ambas sociedades. Esta conexión se refleja especialmente en la literatura: la influencia española nutre a generaciones de escritores argentinos, generando un diálogo literario vibrante y enriquecedor. La relación entre literatos argentinos y españoles es de sobra conocida. Un ejemplo notable es la visita de Federico García Lorca a Buenos Aires, donde pasa varios meses cosechando triunfos con obras como Bodas de sangre. Su muerte, apenas un mes después del estallido de la Guerra Civil española, conmociona a los intelectuales argentinos.
Este conflicto, cuyos ecos cruzan el Atlántico, transforma la poesía argentina e influye en figuras como Raúl González Tuñón, autor de La muerte en Madrid (1939). La literatura española del Siglo de Oro deja también una huella imborrable en la obra de literatos argentinos como Jorge Luis Borges, especialmente a través de Cervantes, Quevedo y Gracián. Su admiración por El Quijote se manifiesta en varios de sus textos, donde juega magistralmente con la reinterpretación y la identidad literaria. En definitiva, la relación hispano-argentina es mucho más que una conexión económica. Es un tapiz entrelazado con hilos de cultura, migración e historia compartida, que sigue evolucionando con el tiempo.
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