Brasil

Felicidades. Felicidades. Felicidades.

Palabras de profundo aprecio y alegría por la victoria de Lula da Silva en la segunda vuelta de las elecciones brasileñas de 2002

El 28 de octubre de 2002, Felipe González escribe al recién electo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La fecha no es casual: exactamente 20 años antes, el 28 de octubre de 1982, el PSOE de Felipe González había logrado la victoria en las elecciones generales. Esta coincidencia, junto con la estrecha relación entre ambos, impulsa a González a enviar una carta cargada de entusiasmo, en la que la alegría desborda el papel: “Felicidades. Felicidades. Felicidades.”

Luiz Inácio Lula da Silva nace en octubre de 1945 en Vargem Grande, un municipio del Estado de Pernambuco. Desde su infancia reside en São Paulo, donde desempeña diversos oficios, desde limpiabotas hasta obrero metalúrgico. En 1968, tras el arresto y la tortura de su hermano José a manos del régimen militar, Lula se une al Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema, sindicato del que se convierte en presidente en 1975. Cinco años después, en 1980, funda el Partido de los Trabajadores. Su relación con Felipe González se remonta a 1989, cuando el brasileño es recibido en audiencia en el Palacio de La Moncloa como candidato a la presidencia de la República Federativa de Brasil en las elecciones de 1989, las primeras libres y directas desde 1960. En aquellas elecciones Lula obtiene el 46,97% de los votos en la segunda vuelta, frente al 53% que obtiene Fernando Collor de Mello. Trece años después y tras fracasar en las elecciones presidenciales de 1989, 1994 y 1998, en el año 2002 Lula logra una contundente victoria en la segunda vuelta, obteniendo el 61% de los votos.

Felipe González, en su carta de felicitación, señala que la solidaridad que siente hacia el nuevo presidente “es algo más que formal o cortés […] quiero que sepas que puedes contar con mi amistad para lo que desees«. El expresidente español, en un artículo publicado en El País el 29 de octubre de 2002, señala que la victoria de Lula es “un triunfo importante para Brasil, pero trasciende las fronteras y sacude a la América Latina con un viento diferente, como un grito expectante, reclamando otro destino.”