Discurso de César Gaviria, presidente de Colombia entre 1990 y 1994, en la I Cumbre Iberoamericana de 1991
Por primera vez, los 21 países de la comunidad iberoamericana se reúnen en una cita histórica en Guadalajara, México, los días 18 y 19 de julio de 1991. Establecen su propio espacio de diálogo, sin mediaciones externas, para construir un futuro en común ante los profundos cambios que se dan en el panorama internacional, como el fin de la Guerra Fría y la consecuente caída de la Unión Soviética. En palabras de César Gaviria, “estamos creando un nuevo espacio de dialogo entre los pueblos que comparten unas mismas raíces y, más importante aún, un destino común”.
El presidente colombiano centra su discurso en la necesidad de que Iberoamérica en conjunto asuma un papel activo en el nuevo orden mundial. Hace un llamado a no olvidar los desafíos persistentes como la pobreza, el deterioro ambiental, el terrorismo y el narcotráfico. Traza un panorama de la amenaza que presenta, calificando al narcotráfico como “una multinacional del crimen”. Para enfrentarlo de forma eficaz, enfatiza la necesidad de cooperación internacional, y advierte que “la única forma de derrotar a esa cadena criminal […] es enfrentarla con una cadena de solidaridad y cooperación más fuerte”.
Señala la integración regional como único camino para que América Latina tenga un papel relevante en el nuevo escenario internacional, y establece que “es indispensable abordar la integración como una misión impostergable”. Ve la cumbre como el momento idóneo para sellar ese compromiso político entre naciones con una historia común, y cierra su discurso con una visión esperanzadora de cara al futuro, refiriéndose al espacio iberoamericano como un nuevo descubrimiento que “tiene la grandeza para forjar su propio destino de bienestar, paz y prosperidad”.

