Discurso del presidente Felipe González en la I Cumbre Iberoamericana de 1991
El 18 de julio da comienzo un encuentro histórico para las relaciones internacionales: la I Cumbre Iberoamericana, celebrada en la ciudad de Guadalajara, México. En ella se congregan por primera vez los jefes de Estado y de Gobierno de los 21 países que conforman el espacio iberoamericano. La Cumbre sienta las bases de una comunidad política y cultural que busca fortalecer y renovar los lazos históricos a ambas orillas del Atlántico.
El presidente González ofrece un discurso durante la sesión inaugural en el que expresa el entusiasmo de su gobierno por participar en el encuentro, y agradece la iniciativa de la convocatoria. En un gesto de sintonía cultural y política, señala que “América ha sido siempre tierra de libertad y de imaginación, y al amparo de esas dos palabras, nos hemos reunido 21 naciones iberoamericanas para, aprovechando lo que nos une, seguir construyendo relaciones aún mejores y más sólidas.”
Subraya tres grandes pilares que marcan un cambio cualitativo en la región: la consolidación democrática, la apuesta por la integración regional y la orientación hacia economías viables y modernas. Para González, la democracia no es una solución mágica a los problemas del momento, sino una condición precisa para el desarrollo y el progreso con justicia. Proyecta una visión geopolítica en la que Iberoamérica se afirma como sujeto político colectivo, estableciendo que tienen “cohesión y voluntad para mostrar al mundo que podemos ser un importante factor de estabilidad y de progreso.”

